Y dicen que “La vida da vueltas como una noria”. Vueltas, vueltas y más
vueltas. Nadie nos tiene preparados para ese viaje. De la misma manera que
cuando vas a montarte por primera vez en una montaña rusa. No sabes cómo es,
hasta que subes y te deslizas por los railes. Comienza la aventura: Sentado en las escaleras de la
atracción esperas que llegue tu turno para recoger el billete, como cuando
esperas en la tripa de tu madre para salir cuando llegue el momento. Despacito,
muy despacito pasan los primeros momentos hasta que llegas hasta las mulliditas
butacas de la nueva experiencia, como tus primeros años de vida. No te acuerdas
de todas tus cosas más queridas hasta que tu carrito comienza a subir la pendiente,
hasta que comienzas a reflexionar verdaderamente en las cosas de la vida. Llevas
tus cositas guardadas en el bolsillo de pantalón, aplastadas por tu peso contra
la butaca, como todas aquellas que llevas guardadas en tu corazón. Tu carrito
baja la cuesta vertiginosamente y tus cositas empiezan a volar por los aires y
se pierden entre los espectadores, que las recogen encantados, mientras tú
miras asombrado como desaparecen del suelo. Probablemente la mayoría de la
gente no quiera volver a subir. Demasiados peligros acechan a sus tesoros, sus sentimientos y
emociones.
Yo no tengo miedo. Me montaría una y mil veces seguidas. El bolsillo de
mi pantalón, donde guardo mis cositas preciosas, mis sentimientos, mis ideales,
mis recuerdos...tiene un doble fondo. Con cremallera anti-tanques, que conecta
directamente con mi corazón.
Good Luck Teens
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